Nuestra historia

San Xulián de Moraime es una parroquia de Muxía, A Coruña, que se encuentra en el Camino de Santiago a su paso por la localidad y a escasos metros de la Ruta de los Faros. Una zona marcada por la dureza del mar, que ha acabado por provocar que la zona se llame Costa da Morte. Un punto en la geografía gallega de gran belleza natural y muchos espacios aún vírgenes, que además cuenta con impresionantes playas. 

Nuestro albergue se encuentra integrado en el entorno de la iglesia románica de San Xiao, que da nombre al lugar, y se respira la misma paz y espiritualidad que en los edificios aledaños.

Si visitas el templo, no te pierdas la pequeña puerta en la que se ve, en el tímpano, una escultura románica. Se trata de una mesa que recuerda a la Última Cena en la que se ve a Jesucristo al lado de un niño y de seis personajes que lo señalan con el dedo índice. La portada de la iglesia también destaca por su rica ornamentación de profunda carga simbólica. Las mismas siete figuras, sin contar al niño, sentadas a la mesa las encontramos en primer plano en la portada.

La primera aportación económica al conjunto monumental  se remonta a 1095 referida una donación de los condes de Traba. Fue destruido por normandos en 1105 y más tarde por sarracenos en 1115. Sería rehecho gracias entre otras cosas a la donación realizada por Alfonso V de Galicia (Alfonso Raimundez, luego VII de León y más tarde de Castilla) quien vivió en la zona y fue educado por Pedro Froilaz de Traba. Se documenta la donación del monarca con solo 14 años en el año 1119 para la restauración del templo que se estima acabado en el segundo cuarto del XII. El cenobio fue el de mayor influencia en el área de la "costa da morte" hasta el siglo XV.

En el año 1105, el conjunto fue asaltado por normandos. En 1115, el ataque procedió de los almorávides, siendo a partir de 1119 cuando se levantó el templo que vemos hoy.

Alfonso VII pasaría en Moraime algunos años de su infancia, lo que no olvidó al ser coronado, de manera que el monasterio contó con el favor real, de Alfonso y sus sucesores, hasta que llegó un momento en que los dominios del cenobio abarcaron tierras entre Muxía y Fisterra.

Durante los siglos XVI y XVII el lugar se vio asaltado en diversas ocasiones por piratas ingleses, lo que forzó su abandono, pasando a ser su templo iglesia parroquial y reconvirtiéndose parte de las dependencias monásticas en casa rectora durante el siglo XVIII.